Wonder

“Todos deberíamos recibir una ovación en algún momento de nuestras vidas”
Rescaté Wonder, de R.J. Palacio de la estantería de mi hermana pequeña pensando que sería un libro “teenager” para entretenerme un rato. Días más tarde, mojando el libro con mis lagrimones tuve que recordarme a mi misma que eso de “no juzgues un libro por su portada” es totalmente cierto. Y de prejuicios va la cosa. Wonder fue una historia que no sólo me sorprendió, sino que me tocó profundamente.

La novela trata sobre la vida de Agus, un niño diferente debido a una deformidad en su rostro que por primera vez en su vida debe salir de la comodidad de su hogar, romper su burbuja y enfrentarse al mundo real. Y más concretamente, al complicado mundo del colegio y las relaciones entre niños que no están acostumbrados a aceptar lo “raro” o “diferente” y cuya reacción habitual ante esto es la salida fácil: el rechazo o la discriminación; en términos millenial: el bullying.
El libro se divide en varias partes, y cada parte está narrada desde el punto de vista de un personaje diferente. Este es uno de los aspectos que más me gustó del libro ya que de esta forma la autora no deja que todo el drama se concentre en la figura de Agus, victimizándolo, sino que el lector cambia constantemente de perspectiva, para así poder sacar sus propias conclusiones y obtener diferentes visiones de una misma realidad que le permitan crear un juicio más “justo” tras la lectura de la novela. En su versión en la gran pantalla esta estructura se mantiene, algo que considero un gran acierto y por lo tanto creo que la adaptación del libro a la gran pantalla es bastante fiel.
De esta forma, sí, empatizamos con el pequeño Agus, nos da pena, e incluso nos entran ganas de atravesar las páginas de libro, correr y darle un abrazo, decirle que no todo el mundo es tan cruel y que existen personas capaces de ver más allá, olvidándose de la superficie. Pero no nos quedamos allí. La autora nos recuerda que en una situación familiar tan complicada como la que aquí se desarrolla, existen siempre daños colaterales. Es por eso que también empatizamos y obtenemos la visión de su hermana mayor Via, quién queda en un segundo plano en la familia debido a los problemas de su hermano y se guarda para ella todas esas dudas y cambios anímicos propios de la adolescencia, hasta que no puede más. También podemos analizar la situación desde la perspectiva de la madre de Agus, una mujer fuerte y que pone a su familia por delante de todo, que sufre por los suyos pero en silencio, y que mantiene sus sueños en un segundo plano a favor de su familia, pero sin dejarlos abandonados en un cajón. Una mujer todo-terreno, pero que por supuesto, vive con miedo a equivocarse, a no tomar las decisiones correctas.
Estos y muchos más personajes nos muestran de la forma más sencilla y sincera situaciones que a muchos nos resultarán cotidianas, encauzándolas desde la inocencia y las ganas de vivir y de querer. Es por esto que a mi personalmente este libro me dejó una sensación de alegría y la certeza de que en todas las familias y relaciones de amistad siempre existe un lado positivo ante cualquier dificultad, siempre hay personas buenas que hacen un poquito más fáciles la vida de los demás, cada una a su manera. Es un libro que emociona, pero que te hace sentir bien, en cierta calma.
La autora trata el tema del bullying en el colegio sin tapujos, desde la visión de los niños en la escuela, analizando el por qué del comportamiento de estos niños (en relación con lo que estos ven y escuchan en sus hogares); pero también nos hace reflexionar sobre los prejuicios y lo malo que puede llegar a ser juzgar a una persona sin conocer las razones de su comportamiento o forma de ser, sin tratar de ver lo que se encuentra detrás de su ficha de presentación.
Es por esto que considero que este libro deberían leerlo tanto niños como adultos, porque en el fondo, por mucho que crezcamos, los adultos muchas veces pecamos de prejuicios y necesitamos que nos recuerden que ya sea en la oficina o en el cole, la comprensión y el respeto por los otros no son solo necesarios, sino que te hacen ser más feliz como persona. Ya lo decía el principito más famoso de la literatura universal:
"Todas las personas mayores fueron al principio niños. Aunque pocas de ellas lo recuerdan"




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