"Patria", una lectura que no defrauda
Cuando uno empieza a leer una novela con tan buenas críticas, las expectativas son tan altas que muchas veces uno termina la lectura con ganas de algo más, algo más de todo lo que te habían prometido, algo más de lo que te habías imaginado. Por suerte, hay novelas que superan estas expectativas y más.
Empecé a leer Patria intentando evitar que mi mente predijese una estructura determinada, un estilo de narración concreto y sobre todo, tratando de no especular sobre el final de la novela tras haber leído los primeros capítulos. De todas formas, estos esfuerzos se fueron disipando pronto, ya que al poco de empezar estaba tan metida en la historia, que me había olvidado de tratar de imaginar o especular nada, pues no hacía falta, ya que la verdadera historia me había atrapado, y ya no podía parar de leer.
Patria es una de esas novelas que te generan un sentimiento contradictorio a medida que vas leyendo: tus ansias por llegar al final de la historia, por desvelar y conocer todos los secretos de sus personajes se entremezclan con el miedo a terminar, a salir de ese mundo en el que ya estás cómoda, y llegar a esa sensación de vacío que te queda cuando vuelves al mundo real tras el punto y final de una historia que te embaucó durante días.
Esta sensación se genera, en gran parte, debido a la excelente narración que el autor ofrece entre sus páginas, contándonos poco a poco las diferentes historias de sus personajes, entremezclándolas, ofreciendo varios puntos de vista de un mismo acontecimiento, yendo hacia delante y hacia atrás, produciendo en el lector esa sensación de angustia, de misterio, ofreciéndole mil versiones de un puzle que incluso al acabar la novela, queda incompleto, abierto a múltiples interpretaciones.
Este juego narrativo se combina perfectamente con la temática principal de la historia: simple y compleja al mismo tiempo. Fernando Aramburu, a través de sus personajes cotidianos, trata la polémica situación que durante muchos años se vivió en el País Vasco, donde el miedo, la inseguridad, la inocencia, la violencia y el terrorismo giraban alrededor de una idea política. Pero Patria no es una novela sobre política, ni mucho menos. Lo que la hace realmente interesante es el hecho de que el autor no se posiciona en ningún momento en ningún “bando”. Al contrario, a través de la historia de dos amigas de toda la vida que dejan de hablarse y se enfrentan debido al conflicto, Aramburu nos hace ver las brechas internas que el enfrentamiento generó, dividiendo no sólo a pueblos, sino a personas, amistades y familias.
El autor nos muestra las múltiples caras de los distintos bandos, sin juzgar ni condenar a nadie. De esta forma, el lector puede entender como un único momento, un asesinato, puede afectar de formas tan diferentes a personas no tan distintas.
A través de la novela entendemos el dolor de las víctimas del terrorismo: la soledad de una viuda, la tristeza de los huérfanos, la incomprensión, el querer hablar pero no poder hacerlo... En resumen, cómo un acto tan simple y a su vez tan atroz puede cambiar el rumbo de una familia entera. Pero el autor no quiere hablar únicamente de los principales afectados. En la novela se nos muestra también la otra cara de la moneda: la del terrorista. El lector se mete en la mente del terrorista, en su evolución, en sus pensamientos antes, durante y después de participar en la lucha armada. De esta forma, a pesar de que resulta inevitable juzgarle por sus crímenes, Aramburu deja espacio a un poco de compasión y entendimiento al mostrarnos cómo la inocencia de la juventud combinada con la falta de información te pueden llevar por el mal camino, cómo una persona puede ejercer tal violencia creyendo realmente que lo está haciendo por el bien común de su pueblo, y como esta misma persona, tras años de cabezonería, puede llegar a arrepentirse y sentirse culpable, madurar, plantearse el perdón.
Y es este cóctel de emociones el que hace de esta novela una lectura imprescindible: parte de la simplicidad de las historias cotidianas, de relaciones familiares, amorosas, amistosas para explicar un tema conflictivo, que la mayoría de las veces es visto únicamente desde un único extremo, y sobre todo, para narrar un episodio importante en la historia de nuestro país, contándolo desde dentro, eliminando la visión política, para centrarnos en las consecuencias personales. Porque al fin y al cabo, de principio a fin, lo que importan en la historia son las personas, es lo que atrae de esta novela: sus vidas, sus sentimientos, cómo superan sus dificultades, cómo evolucionan… y a medida que la historia progresa el lector mantiene la esperanza de que cuando llegue a la última página, una vez disipada cualquier tipo de expectativa respecto a un final en concreto, los personajes, a los que en ese momento ya se les tiene cariño, puedan al fin encontrar su propia paz y reconciliación.
Una descripción de la novela exquisita. Yo mientras iba leyendo la novela tuve las mismas sensaciones, pero jamás las habría descrito tan bien como tú. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias! Me alegra saber que te ha gustado y que las sensaciones fueron las mismas! :)
EliminarHas dado en el clavo.Una novela que no defrauda.Totalmente de acuerdo con el ánalisis q haces de ella.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Teresa!
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