Frantz, obra de arte

El otro día vi una película de esas que te transportan directamente a la mente de los personajes, que te hacen empatizar con ellos hasta el punto de sentir la turbulencia de emociones que sus rostros muestran a través de una cinematografía exquisita, de una música que refleja los dolores más intensos de los protagonistas, de esos que no se pueden expresar sino a través del arte. La película en cuestión, Frantz, se trata de un filme de François Ozon que quizás haya pasado desapercibido para muchos por ser de esas joyas cinematográficas cuya promoción en las salas de cine más populares es escasa o incluso nula. El filme trata sobre la “extraña” relación que surge tras la I Guerra Mundial entre la prometida de un alemán caído en batalla y un francés que le conoció durante la guerra, el cual afirma haber mantenido una intensa amistad con él. Profundizar más en el argumento de esta potente y complicada historia sería adelantarse a la intensidad del filme. Una película que, además, merece la pena ver en versión original, ya que el cambio del francés al alemán y viceversa no hace más que aumentar su belleza e intensificar uno de los temas principales de la película: las difíciles relaciones entre alemanes y franceses tras la gran guerra. 
Más allá de la historia principal, y al mismo tiempo en relación con esta, se encuentra una cinematografía exquisita: una película en blanco y negro que recibe pinceladas de color cuando las emociones de los personajes lo requieren, entrando en el corazón del espectador a través de la retina, con este juego cromático tan dispar y a la vez tan significativo. 
Sólo queda destacar la impoluta interpretación de los actores principales, Paula Beer y Pierre Naney, quiénes, a través de sus espectaculares interpretaciones, cierran este círculo artístico tan completo.
Solo queda la reflexión final… ¿Dónde están los límites del amor y del perdón?¿Serías capaz de perdonar a alguien que no se perdona a sí mism@? 


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