NOCHE DE PAZ

24 de Diciembre. Eso es todo lo que Lea ha escrito en el folio en blanco al cual mira desafiante. Inquieta, está sentada en su escritorio balanceando las piernas que le cuelgan de la silla. Mira por la ventana tratando de buscar inspiración en las luces de colores que brillan en la calle, pero estas no le dicen nada nuevo. Vuelve a concentrarse en su folio, y escribe en la parte superior: ¿Qué es la Navidad? Suspira y se levanta rápidamente: “¿Cómo es posible que una pregunta tan corta sea tan complicada?” Como no es capaz de encontrar una respuesta, se dirige al cuarto de su abuela. Cuando entra, la encuentra tumbada en la cama descansando. Lea la observa en silencio. Se coloca despacito a su lado, se acurruca y respira hondo para sentir bien ese olor que tanto la caracteriza. Entonces, preparada para una sabia respuesta, le pregunta:
 “Abuela, ¿qué es Navidad? Tengo que escribir una redacción para el cole y no sé qué poner, porque yo creo que cada Navidad es diferente.”
“Eso es lo bonito de la Navidad, que no implica monotonía. Cada Navidad es distinta, y eso te lo puedo asegurar yo que he vivido muchas. Hay Navidades románticas, protagonizadas por parejas que, ayudadas por la magia de las luces, florecen como si se tratara de una segunda primavera. También hay Navidades un poco tristes, como cuando echamos de menos a una persona que siempre se sentaba en la cabecera de la mesa pero que ya no está aquí. Y casi todas las Navidades están llenas de esperanza: ilusiones, promesas y deseos depositados en el año nuevo. Navidad es también la sonrisa de un niño cuando se levanta la mañana de Reyes, envuelto en ilusión cada vez que desenvuelve un regalo. Navidad es volver a casa después de pasar un tiempo fuera, ver que todo sigue igual, y llorar de alegría al fundirse en un abrazo; algo que parece muchas veces insignificante pero que en realidad es poderoso y curativo. Navidad es también el ambiente que se respira por la calle una tarde cualquiera, cuando te quedas quieto y observas las luces, la música, el olor a castañas asadas y gente cantando villancicos…
Lea escucha atentamente todas las historias que le cuenta su abuela, y está segura de que son ciertas porque ella es muy mayor y sabe mucho. Pero cuando vuelve a su habitación, sigue sin estar convencida. Ella quiere crear su propia historia de Navidad, no puede saber lo que significa si no lo ha visto ella misma. Está segura de que fuera hay mucho más de lo que le cuenta su abuela. Mientras reflexiona sobre cómo puede hacer para encontrar su propia Navidad, escucha voces en el salón. ¡Es su hermano mayor! Lea adora a su hermano, es muy listo y ha viajado mucho por el mundo. Le encanta que siempre le cuente sus historias ¡Igual él puede ayudarla con su redacción!
Cuando llega al salón, corriendo para darle un abrazo enorme, tiene que frenar inmediatamente: su hermano ha venido con un amigo. ¿Quién será? Como si le estuviera leyendo la mente, le responde: “¡Hola guapa! Este es un amigo mío de la universidad. Es de Siria, no puede volver a su casa en Navidad y por eso le hemos invitado”
Lea le saluda y durante la cena no deja de hacerle preguntas. No entiende por qué el amigo de su hermano no está con su familia. Su hermano le explica que su país está en guerra y que por eso no puede volver. De repente, se siente muy muy triste y tiene ganas de llorar. Sobre todo no entiende que, a pesar de todo, no pierda la sonrisa. Después del postre, empieza a nevar y salen a fuera a contemplar la bonita estampa que la nieve deja sobre su jardín. Mientras Lea juega bajo la nieve, se da cuenta de que el amigo de su hermano ahora ya no sonríe. De hecho, parece que está llorando. Se acerca y le ofrece un pañuelo y una tímida sonrisa. El chico coge el pañuelo y le dice: “¿No es bonito ver cómo caen los copos del cielo? Es lo único que un niño debería ver cuando mira hacia arriba: copos de nieve, gotas de lluvia, nubes que activan la imaginación con sus miles de formas, y estrellas brillando en la noche.” Lea se queda callada observando el cielo, no sabe qué responder.
Antes de irse a cama, de vuelta en su habitación, siente la necesidad de investigar sobre lo que el amigo de su hermano le dijo. Abre Google y teclea: “Siria” Mientras bajan las imágenes en el buscador, también lágrimas descienden sobre su rostro. Ahora se da cuenta de las cosas horribles que allí caen del cielo, y descubre que allí los niños no tienen Navidad. Entonces, en la calle suena ese villancico que tanto le gusta: “Noche de paz” Cómo si de una revelación se tratara, en su interior empiezan a brotar imágenes, crecen nuevas ideas y reflexiones. Sigue sin saber qué es la Navidad, pero ahora tiene claro lo que debería ser para todo el mundo: una noche de paz, más allá del villancico. Una noche sin conflictos entre países, entre religiones, entre culturas. Paz en cada hogar donde una mamá llora en silencio porque un papá le grita muy fuerte, paz en el recreo donde los niños se pelean, paz en el cielo para que solo se vean cosas bonitas; y paz en la tierra, que también está malita y necesita ayuda. Noche de amor entre personas de distintos colores e ideas. Pero sobre todo, noche de silencio. Porque sabe que, a pesar del silencio que hay en su casa ese 24 de Diciembre, hay todavía mucho ruido en el mundo. Pero ahora no se puso triste, se puso valiente. Sabe que es pequeña, y el mundo muy grande. Pero su nueva y poderosa Navidad podría callar todo ese ruido con solo un villancico bien interpretado.



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